Época: Edad Moderna
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Mujeres lectoras y escritoras

(C) Adán Ruiz



Comentario

Muchas de estas amantes del arte literario solicitaron a las autoridades competentes -mayormente eclesiásticas- permiso para la lectura de obras consideradas prohibidas, normalmente de ficción o de temas que simplemente sobrepasaban los límites de la moral y la didáctica recomendadas. Muchas damas recriminaban esta actitud a sus compañeras, achacando la afición de muchas de ellas a los romances, novelas y comedias. Llegaron a existir lectoras que se arrepentían de su condición, como Rosario Romero, quien fue encargada de traducir las Cartas peruanas de Madamme de Graffigny. La española se jactaba de haber abandonado sus lecturas de juventud -novelas de María de Zayas, comedias de Calderón de la Barca- por otros escritos que ella consideraba de mayor rango intelectual y de mucho mayor provecho.


La vida es sueño, de Calderón de la Barca

La vida es sueño, de Calderón de la Barca




Hubo también lectoras que alcanzaron una gran diversificación y progresión social, ejerciendo influencia en la adaptación y difusión de diversos géneros literarios, cada vez más tenidos en consideración, por los que se dedicaban al negocio de la publicación o venta de libros.



Para todas estas pioneras, la lectura fue una experiencia de diferente orientación y significado. Leer por devoción, por placer y entretenimiento, por identificación con ciertos valores morales o ideológicos, por distinción, para sentirse y mostrarse como integrantes de un círculo selecto de personas afines con quien compartir pareceres, a través de la lectura en común, la conversación o la correspondencia. La experiencia de leer fue para muchas mujeres una ocasión para el retiro y el recogimiento, la intimidad y la soledad; una práctica de afirmación personal de su independencia y autonomía de criterio; un rasgo que las identificaba y las distinguía como mujeres de letras, con capacidad y aspiraciones intelectuales.